sábado, 4 de junio de 2016

No puede existir

*Texto publicado en Factum Revista Literaria No. 30, el 22 de mayo de 2016.

Quienquiera que seas
dime que todo estará bien,
no puedo hacerlo por mi cuenta
recargado en este muro de días arrinconados,
de noches de insomne vocación.

Cuando las luces se apagan
las cosas cambian de lugar,
la llave para abrir cualquier puerta
se extravía entre planes y resoluciones,
y la ruina es un transeúnte despistado.

¿Acaso te miras al espejo
para pensarlo más de una vez?
¿o vas a tientas
y es cuando adviertes
que sólo es un desfile de apariencias?

Latidos que van y vienen,
el alma se derrama,
destila esperanzas
que acusan un convencimiento propio:
para fines prácticos,
tú no fuiste materia
—penetrante aroma tu presencia
hecha de hidrógeno que congela el instinto—

y nunca estuviste aquí
—prosaico indicio de otro siglo
que arde en medio de una exhalación,
caos de tan solo unas horas.
Ingenuo exilio por una escalera de caracol,
pensamientos extraviados en una galería,
flor de loto para el olvido,
guardé mis impulsos en una maleta,
y mi puño descargó contra la pared.

La brisa golpea mi rostro
y abrazo la niebla que me sitia,

reconozco que no puede existir
si lo dejas por ahí nada más:

no quiero hallarme
cuando decidas hacerlo trizas.

Quienquiera que seas,
el saldo es una residencia en el aire                      


con bandera de desafío.

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