viernes, 25 de marzo de 2016

Suplemento Cultural Expresso del Diario El Correo de Guanajuato

Primeros meses del 2001. Aún se vivía la resaca del salto de milenio. Se respiraba todavía un tufo de optimismo ante el reciente cambio de gobierno y la posibilidad de que hubiera un giro real en la manera de hacer política en México. Recién se cumplían dos años de la desaparición de uno de los suplementos culturales que había seguido asiduamente desde mediados de los noventas: el Búho de Excélsior. Ninguno de los suplementos que sobrevivían y otros que se crearon en esa época cubría el grado de calidad que había alcanzado el Búho y que representaba una forma de tomarle el pulso a diversos temas sociales y no exclusivamente culturales, sobretodo a nivel nacional.

De una manera bastante fortuita llegó a mis manos una edición de sábado del periódico regional El Correo de Guanajuato, de muy reciente aparición en esos días, y en cuyas páginas centrales presentaba un suplemento cultural: Expresso, cuya editora era la periodista Hilda Anchondo. Mayor fue mi sorpresa al percatarme que solicitaban colaboraciones.


La edición del suplemento estaba muy bien cuidada, presentando en la portada una obra plástica y el apellido de los colaboradores que aparecían en cada número. En su interior aparecían los textos, con tipografía y diseño atractivos, y en sus páginas centrales más obra plástica y un poema de algún autor local. Había mucha apertura en la diversidad de temas que se publicaban en el suplemento.


A través de correo electrónico le hice llegar a la editora un poema propio y que apareció en el número 75 del suplemento el 24 de marzo de 2001. Mi primera colaboración publicada en un medio impreso. Me hice asiduo seguidor al suplemento, en cuyas páginas  siguieron apareciendo colaboraciones mías, con una serie de poemas en primera instancia, de 2001 al 2004, posteriormente con artículos hasta el 2005, y del 2007 al 2008, con una columna que aparecía cada mes bajo el título “Bitácora del kamikaze”.

En ese año, 2008, dejó de publicarse el suplemento. Cambiaba de imagen el periódico y la estructura del mismo. No había más cabida para dar a conocer la creación y el análisis en temas del arte y la cultura, sino solamente a través de notas periodísticas.
He aquí un fragmento de aquel primer poema publicado, que espero rescatar en un futuro libro y a través de este blog, a quince años de aquel dulce acontecimiento:

Este temor inorgánico
(leitmotiv subversivo e inocuo)
oscila a mansalva
entre mi plexo y el otomán,
segmento de un simulacro de olvido,
locura inalienable
que desaparece en un dormir y soñar
de sinsentidos.

lunes, 21 de marzo de 2016

Una orquídea en el vacío

*Texto publicado en el Número 1 Año 2 de la Revista La letra errante, en Marzo de 2016.

El mundo tuvo que dar veinte vueltas
para reconocer esa impronta espesa
que ni el tiempo pudo diluir.

Recorro la luna buscando tu mirada
horas vacías que nadie nota
y que me demuestran que hay algo deshecho,
olvidé cómo anudarme la corbata,
garabateo en la mesa para que el mundo no gire más.

Orquídeas en la memoria que aún palpitan,
arroyos que se secan,
voluntades que se pliegan al escudriñar confines,
aroma persuasivo
que me revela lo que aún persiste.

Estrella tan lejana que sigue dictando mis impulsos,
lágrima furtiva que resbala hasta el papel,
violín que llama a la expectativa,
beber de esta lluvia me ha hecho perder el sueño
y ganar el caos necesario.
La distancia tiene centro de metal,
un latido es rescatado del silencio,
una orquídea en el vacío
que huye de nada.

El mundo acaso dio media vuelta más,
ciento ochenta grados que dejan desconsuelo,
tan distraído que apenas me doy cuenta
que no tengo que pensar en pensar,
la luna se esconde para no responder las preguntas que hago.

Inquietud que no se pospone,
el instante más cercano al sueño es demasiado largo,
ya no puedo escapar de la oscuridad que me cubre,
no puedo hacer más para retener algún recuerdo,
la temperatura de mi sangre ha disminuido
bajo una tenue luz azul.