*Texto publicado en la columna "Bitácora del kamikase" del Suplemento Cultural Expresso del diario Correo de Guanajuato, el 5 de abril de 2008.
I
La poesía se extiende sobre las planicies y los
bosques, colma las ciudades con palabras e imágenes, se introduce en los
cenotes de la vida, se moja en la sequedad de los desiertos, planea con
lentitud morosa sobre los cuerpos desnudos y sus sensaciones, descubre las
vetas de sangre en las pieles destrozadas de la miseria.
La poesía penetra al interior del
cerebro, ahonda en la existencia y naturaleza de las preguntas, fotografía la
oscuridad e intuye que todo arte precisa de dos participantes: uno que lo haga
y otro que lo necesite. La poesía abre un diálogo consigo misma, hace propio el
coloquio interior, crea más líneas de palabras que estremecen, transforma la
realidad a la cual se acerca, baraja diversas perspectivas para crear una
visión nueva y excitante.
El poema es ese universo íntegro que representa una
forma insustituible de captar y comunicar significados vitales, de crear
quimeras y sostener esa maraña existencial de la cual cuelgan las imágenes y
las metáforas se balancean en el huracán de las sensaciones.
II
La poesía es el ayuntamiento
estremecedor entre música y contenido, y la música es inherente a una posible
revelación que recorre voluptuosa e intensa el paisaje interior.
Los orígenes de la poesía fueron
registrados con música. Las palabras que se encuentran estructuralmente
asociadas a los aspectos musicales, y las sílabas que caen en el tiempo musical
y la melodía que entonan las palabras.
Antiguamente no había una distinción
entre poema y canción. El gran poema amoroso de la Biblia, El Cantar de los
Cantares, tiene la misma procedencia que los cantos de amor del Medio Oriente.
El poema posteriormente se
transformó en un simple montaje verbal, adecuándose a cada tiempo.
El poema es una construcción
verbal porque emplea únicamente palabras, pero ¿es solamente una creación
verbal la poesía? Es claro que la poesía rebasa su calidad verbal en por lo
menos dos aspectos: el ritmo y la eufonía que le son intrínsecas por su estructura,
los cuales no son traducibles de un idioma a otro, o por lo menos la traducción
sería complicada para obtener un resultado similar al que el original haya
producido.
Por consecuencia, suele pensarse, que la mejor poesía no parece
partir de ideas propiamente dichas, sino de sensaciones que el poeta cristaliza
en secuencias verbales cuya construcción obedece tanto a su sonido como al
sentido propio de las palabras. Por eso más allá del cuento (el hilo narrativo
de cualquier poema) se encuentra el canto, que es el aspecto sonoro,
prácticamente intraducible.
III
La poesía es un arte minoritario,
al grado de que casi sólo los poetas aprecian la poesía. Existe una visión
pesimista la cual pregona que la inmensa mayoría de quienes escriben poesía no
tienen la menor idea de qué es la poesía, en qué consiste, de cómo debe
escribirse y qué podría ofrecer realmente a los lectores actuales. Según los
poseedores de esta visión, la culpa ha sido de los poetas académicos que fueron
quitándole a la poesía lo que tenía de atractivo: primero la música, luego el
verso y, finalmente, el significado.
En el bando contrario están
aquellos que ven enorme promesa en la poesía actual de los jóvenes, y no sólo
promesas sino obras realmente valiosas, que le han dado vitalidad a la poesía y
un futuro promisorio. A la poesía se le ha visto como baluarte de la
civilización o lo que significa pertenecer a una sociedad que se precie de ser
civilizada. Nos encontramos en un punto donde la disyuntiva es determinar si la
literatura, con la poesía al frente, todavía tiene algo que ver en nuestra
sociedad, o si se ha convertido en un sujeto de nostalgia, inútil, inservible.
IV
¿Habrá suficientes evidencias
para afirmar que la poesía ha muerto? Enumeremos algunas:
1) Un género que antaño era el ariete
de muchas editoriales, la joya de la corona, hoy día es el género ninguneado.
2) Pocas editoriales se aventuran
a publicar libros de poesía, a menos que sean best-sellers del dominio público
o cuyos contratos tienen la fortuna de poseer.
3) Mucho de lo que se publica con
etiqueta de poesía simplemente no lo es.
La curva de la debacle está
trazada. El género se ha desgastado y depreciado por personas insensibles para
la poesía, quienes afirman que “poetas somos todos” y que “es fácil escribir
poesía”. Indudablemente se encuentra en su punto más bajo en varios milenios,
pero de ahí a que haya muerto por la patria hay un gran trecho.
Hay quienes piensan que la poesía
ya no la encontramos en su formato acostumbrado, sino que la tenemos en su
presentación de música: en el rap, en el pop, en el rock, lo cual parece
aberrante.
Parece más bien el momento ideal
para un renacimiento. Esto debe derivar en una explosión de creatividad y de
reinvención de los encantos de la poesía: musicalidad, ritmo, imagen, economía
de expresión, ¡POESÍA!