Primeros meses del
2001. Aún se vivía la resaca del salto de milenio. Se respiraba todavía un tufo
de optimismo ante el reciente cambio de gobierno y la posibilidad de que
hubiera un giro real en la manera de hacer política en México. Recién se
cumplían dos años de la desaparición de uno de los suplementos culturales que
había seguido asiduamente desde mediados de los noventas: el Búho de Excélsior.
Ninguno de los suplementos que sobrevivían y otros que se crearon en esa época
cubría el grado de calidad que había alcanzado el Búho y que representaba una
forma de tomarle el pulso a diversos temas sociales y no exclusivamente
culturales, sobretodo a nivel nacional.
De una manera
bastante fortuita llegó a mis manos una edición de sábado del periódico
regional El Correo de Guanajuato, de muy reciente aparición en esos días, y en
cuyas páginas centrales presentaba un suplemento cultural: Expresso, cuya
editora era la periodista Hilda Anchondo. Mayor fue mi sorpresa al percatarme
que solicitaban colaboraciones.
La edición del
suplemento estaba muy bien cuidada, presentando en la portada una obra plástica
y el apellido de los colaboradores que aparecían en cada número. En su interior
aparecían los textos, con tipografía y diseño atractivos, y en sus páginas centrales
más obra plástica y un poema de algún autor local. Había mucha apertura en la
diversidad de temas que se publicaban en el suplemento.
A través de correo
electrónico le hice llegar a la editora un poema propio y que apareció en el
número 75 del suplemento el 24 de marzo de 2001. Mi primera colaboración
publicada en un medio impreso. Me hice asiduo seguidor al suplemento, en cuyas
páginas siguieron apareciendo
colaboraciones mías, con una serie de poemas en primera instancia, de 2001 al
2004, posteriormente con artículos hasta el 2005, y del 2007 al 2008, con una
columna que aparecía cada mes bajo el título “Bitácora del kamikaze”.
En ese año, 2008,
dejó de publicarse el suplemento. Cambiaba de imagen el periódico y la
estructura del mismo. No había más cabida para dar a conocer la creación y el
análisis en temas del arte y la cultura, sino solamente a través de notas
periodísticas.
He aquí un
fragmento de aquel primer poema publicado, que espero rescatar en un futuro
libro y a través de este blog, a quince años de aquel dulce acontecimiento:
Este temor inorgánico
(leitmotiv subversivo e inocuo)
oscila a mansalva
entre mi plexo y el otomán,
segmento de un simulacro de olvido,
locura inalienable
que desaparece en un dormir y soñar
de sinsentidos.
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